El Objetivo 2 de la Agenda 2030 de la AIVP se centra en la Transición Energética y la Economía Circular, este será también el tema que trataremos durante las próximas semanas. En este artículo, el experto Paul Tourret explica el papel de las ciudades portuarias en el proceso de cambio del consumo energético y la búsqueda de alternativas sostenibles.
La presión medioambiental y el imperativo de ahorro energético forman una pareja tanto limitante como estimulante para las industrias marítimas y portuarias. Un nuevo ciclo de innovación está siendo implementado. Emergen progresivamente las embarcaciones y los puertos del mañana, si bien nada es simple cuando las tecnologías aún no están del todo maduras y las soluciones siguen siendo imperfectas. Sin embargo, el proceso de investigación, de experimentación y de despliegue operativo avanza rápido. En este contexto, debido a sus funciones económicas y operacionales en el transporte marítimo, las ciudades puerto serán los epicentros de un siglo 21 alentador.
Para cualquier testigo de las industrias marítimas, es evidente que vivimos en una época increíble. No se trata aquí de la dimensión alcanzada por el transporte oceánico a través de la mundialización económica. Lo ocurrido con el Ever Given en el Canal de Suez ha enfatizado en los medios de comunicación la importancia de los intercambios marítimos. La época increíble se debe al gran ciclo de innovación que vive todo el ecosistema marítimo. Desde hace algunos años, el siglo 21 tecnológico se ha empeñado en transformar las embarcaciones. Ya es hora de que evolucione aquello que fue establecido en los años cincuenta y sesenta, y que luego continuó valiendo, llevando a las embarcaciones a tamaños descomunales.
La industria marítima mira hacia el futuro, tal vez como nunca antes lo había hecho. Los actores involucrados son muchos, los astilleros, los armadores, las sociedades de clasificación, los energéticos, los fabricantes de motores, los puertos. Cada uno cumple su rol en este nuevo ciclo de innovación. Naturalmente, el cambio no llegó por sí sólo. De forma general, el transporte marítimo evoluciona según la demanda económica y las restricciones reglamentares. Debido a ello, las embarcaciones han cambiado como consecuencia de catástrofes y grandes desastres de contaminación. Hoy en día, es el calentamiento global quien guía esta evolución.
Al emitir partículas finas, algunos gases de efecto invernadero (SOx, NOx) por su uso de fuel pesado, o simplemente CO2 debido a la combustión térmica, el transporte marítimo concentra su máxima atención en lo medioambiental. En la práctica, el transporte marítimo es responsable por el 7% del consumo final de petróleo y 3% de las emisiones de CO2 si contamos todas las actividades humanas. Un impacto marginal, y al mismo tiempo, correspondiente a uno de los sectores más fáciles de transformar. El transporte marítimo debe cambiar, y lo hará. Las reglamentaciones de la Organización Marítima Internacional y de la Unión Europea están allí para guiarlo. La medida más ambiciosa es la descarbonización masiva a lo largo de medio-siglo.
Hay una razón de cambio que no debemos ignorar, el ahorro energético. Efectivamente, la industria marítima sabe que el petróleo puede llegar (o volver) a ser muy caro. Un precio de cerca de 100$/t es una perspectiva realista en el medio plazo. Un mundo con un alto consumo de energía tiene sus consecuencias, por lo que el transporte marítimo debe pensar en medios de propulsión que sean más económicos. La eficiencia está a la orden del día, y concierne tanto las contaminaciones atmosféricas como el uso de combustibles.
Es, sin duda, la mayor ventaja del cambio. Algunas actividades intentan frenar el peso de la presión medioambiental, puesto que limita su funcionamiento. El transporte marítimo puede absorberla, ya que su dominio puede influir en su rentabilidad futura. Un transporte más ecológico puede también ser rentable. Existe además una razón más directa. A fin de cuentas, es el consumidor el que pagará el encarecimiento del transporte marítimo. Usted y yo. Y puesto que tan sólo representa, por lo general, entre 1 y 2% del precio de las mercancías vendidas, aceptamos actualmente este encarecimiento.
Entonces, ¿qué hacer a partir de esto? Usar GNL como combustible con mejores propiedades (poco CO2, sin partículas finas) y sin críticas (emisiones al momento de la extracción). El recurso a nuevos combustibles (hidrógeno, biogás, metanol, amoniaco) es posible, pero su problema principal es que deben ser “verdes”, es decir que deben venir de producciones que no sean, ellas mismas, contaminantes. La electricidad (baterías) puede ser una solución, pero al igual que otras, como solución híbrida. La mayor innovación, y también la más sorprendente, es el regreso del velero, aunque aún es muy temprano para predecir cómo podría ser usada a gran escala.
Es difícil decir cómo será la embarcación de mañana. Lo que sí está claro es que cambiará, aunque haya muchos problemas aún que resolver, en cuanto a la disponibilidad de combustibles, su huella medioambiental y su eficiencia propulsora. Además, los cambios no involucran solamente a las embarcaciones, sino también a los puertos. Al recibir los navíos, son uno de los primeros lugares de contaminación atmosférica y naturalmente tanto la población como las ONG y los gobiernos locales exigen un cambio. La ciudad puerto debe respirar mejor.
El puerto de comercio debe responder a una nueva demanda. La primera es la electrificación de los muelles, para detener la autoproducción contaminante de las embarcaciones. La segunda es la producción de nuevas energías, que serán utilizadas por las embarcaciones del mañana. Los puertos, como territorios de industria, serán los lugares naturales de producción de bioenergías. Las ciudades marítimas, que ya son territorios de tradición y de actividad, son hoy sitios clave para la innovación. Los astilleros, los armadores, las start-ups, los centros de investigación, forman un ecosistema que mira hacia el futuro. Las embarcaciones y los puertos del mañana claramente se encuentran al orden del día.
La ciudad puerto no es tan sólo una herramienta de la mutación urbana o la base de una economía de servicio, debe ser el centro dinámico de la innovación. Sus autoridades públicas cumplen por lo tanto un importante rol, al implementar soluciones de apoyo (financiamiento, espacios, gobernanza, grupos de presión). Las ciudades puerto son uno de los pilares de los grandes cambios que están siendo implementados en el transporte marítimo.