El Centro Mundial de Valencia para la Alimentación Urbana Sostenible – CEMAS fue inaugurado en 2018. Es una iniciativa de la municipalidad de Valencia, que había incluso firmado un memorando de entendimiento (MoU) con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 2016. Los objetivos principales del CEMAS son la valoración de las numerosas iniciativas a favor de una alimentación urbana sostenible en las ciudades del planeta, la sensibilización ante las cuestiones relacionadas con la alimentación, el cambio climático y los sistemas alimentarios locales sostenibles, bien como la difusión de las buenas prácticas en el ámbito. Se trata entonces de objetivos que coinciden con los del compromiso 07 de la Agenda AIVP 2030 a favor de una “Alimentación de calidad para todos”.
Entrevista con Vicente Domingo, director del CEMAS
AIVP – Compartir los conocimientos e identificar las buenas iniciativas también es una de las razones de ser de la AIVP. ¿Podría contarnos resumidamente la manera con la que gestionan esta compartición del conocimiento?
Vicente Domingo, Director del CEMAS – El CEMAS es una estructura fundamentalmente creada bajo el más amplio concepto de la comunicación. Eso implica información pública, opinión pública pero también contacto con centros de conocimiento, ciudades y dos sectores que a mi entender son especialmente activos; Redes de ciudades y Sociedad Civil.
Al igual que AIVP, cuando hay un claro objetivo común, un punto de convergencia, surgen acciones colaborativas, es un claro ejemplo de “win-win”. Nosotros gestionamos la gran cantidad de conocimiento que nos llega bajo 34 áreas. Compra pública, Desperdicio Alimentario, Cambio Climático, Equidad de Género, Relación Urbano-Rural, Big Data, es decir, ámbitos de actuación, o estrategias que son como ideas tractoras que durante el desarrollo del proceso seguramente encontrarán algún otro espacio de esos 34. Justo ahora estamos iniciando los primeros pasos de un modelo de localización de contenidos que permita esa visión.
La información, pero sobre todo el conocimiento es una esfera que amplía su valor a medida que encuentra adiciones o experiencias que pueden avalar o mejorar esos conceptos. Quiero decir, que si ya tiene su valor el hecho de localizar y datar artículos, experiencias, prácticas, etc., tiene mucho más valor el proceso de ofrecerlo a todos aquellos que estén interesados en Sistemas Alimentarios Urbanos Sostenibles y lo amplíen, lo implementen y lo compartan. Creando así una dinámica de retroalimentación positiva que hace realmente eficaz nuestra razón de ser y nuestra utilidad, no solo para las ciudades sino también para FAO y para todos aquellos centros de investigación vinculados a estas cuestiones.
Vivimos en un permanente uso de redes de todo tipo, Un ciudadano normal en casi todo el mundo accede durante una jornada normal a decenas de redes cada día. Los espacios de conocimiento son plataformas que en si ya suponen acceso a información y conocimiento como nunca había ocurrido antes, pero ese proceso induce a otro más expansivo aún, la capacidad de aporte, gestión y aplicación de esa información, casi a tiempo real en cualquier lugar del mundo. ¿No es como un milagro? Yo que nací en 1966 y me he dedicado a la información pública desde que tenía 18 años sigo asombrándome de las herramientas actuales. Algunos procesos me hacen pensar en novelas de Jules Verne!
AIVP – Valorar las iniciativas, pero también sensibilizar: nuevamente, volvemos a encontrar aquí una orientación común con la AIVP. En nuestro caso, esto se traduce en particular en una guía de buenas prácticas en materia de relaciones Puerto Ciudad, o nuestro apoyo a iniciativas “Port Center“ destinadas al ciudadano. ¿Qué nos dice del CEMAS? ¿Cuáles son sus herramientas de sensibilización de los ciudadanos?
Vicente Domingo, Director – El CEMAS es una entidad muy joven. Tras su inauguración en julio de 2019 el COVID paralizó la práctica totalidad de actividades con presencia física que estaban programadas. Afortunadamente hemos podido seguir con algunas publicaciones y participar online en encuentros con redes de ciudades, administraciones públicas y otras agencias de ONU, pero obviamente, como imagino que le habrá ocurrido a AIVP la dinámica prevista ha sufrido una alteración importante. Ahora bien, aún así hemos sido capaces de participar en campañas a nivel local que abogan por un mayor consumo de productos locales y de temporada y hemos podido ser testigos de acciones dirigidas directamente a la ciudadanía.
Por otro lado, nuestra newsletter refleja iniciativas y procesos que casi en su totalidad son replicables a cualquier espacio urbano. Digamos que a falta de acciones más personales y presenciales, a falta de la capacidad de poder visitar “in situ” actuaciones ejemplares, las redes sociales, nuestras publicaciones digitales y el intercambio de conocimiento en jornadas y congresos online ha suplido en lo posible ese espacio dei influencia. Afortunadamente parece que, sin bajar la atención en ningún momento, en los próximos meses podría haber una situación de post-covid, o al menos de post-sexta ola del COVID que nos va a permitir interactuar con mayor eficacia y especialmente activar herramientas de difusión y sensibilización más acordes a la realidad física, a las personas que todos los días trabajan por una alimentación más sana, sostenible y coherente.
AIVP – Las ciudades portuarias se encuentran en el corazón del abastecimiento y de la distribución de alimentos. Según usted, ¿cuáles son los principales desafíos que ellas deben enfrentar para asegurar una alimentación sustentable?
Vicente Domingo, Director – La historia de las ciudades es la historia de la alimentación humana y urbana. Recomiendo la lectura de un libro fantástico “Ciudades Hambrientas” de Carolyn Steel. Fundamentalmente hay dos grandes clases se ciudades: las talásicas, junto al mar y la telúricas, en espacios lejanos al mar. Hoy el transporte aéreo ha reordenado la logística global, pero durante siglos, los mares y océanos han sido las grandes autopistas de distribución. Una ciudad junto al mar experimenta procesos identitarios basados en la diversidad, en el constante trajín de personas, alimentos y mercancías que van y vienen. Es un proceso antropológico y sociológico de primer orden. Pero precisamente en esos elementos de diversidad y acogida estructuras como la alimentación refuerzan su razón de ser paradójicamente.
Las ciudades portuarias han recibido durante siglos la fina lluvia diaria de la sabiduría, los productos, las recetas, la producción y la elaboración de alimentos desde la coherencia. Un ejemplo, el tomate es una de las grandes consecuencias alimentarias de la conquista del continente americano, y sin embargo es un elemento fundamental en la cocina italiana. Se observa pues un ejercicio de enriquecimiento, de simbiosis creativa. El trigo romano, bueno pre-romano, etrusco, genera la pasta que comunlga con el tomate como base fundamental de toda una galaxia de sabores, de procedimientos culinarios. Quiero decir que paradójicamente el hecho de que una ciudad sea portuaria genera riqueza, afianza la identidad y ofrece una clara visión de lo que es sostenible, frente a lo que no.
Me vienen a la mente muchas ciudades que gozan de sistemas alimentarios saludables, que respetan la labor del pequeño productor, de familias productoras y que tienen valiosas redes de mercados locales que fomentan la participación social, la pertenencia y el orgullo de sentirse parte de la vida activa de la ciudad. Montpellier, Nápoles, Orán, Palermo, Tesalónica, Boston, Algeciras, Londres, Roma, etc.
AIVP – De todas las iniciativas que han identificado, ¿podría indicarnos iniciativas especialmente innovadoras que han sido implementadas por ciudades portuarias, que podrían inspirar a otras ciudades portuarias?
Vicente Domingo, Director – Copenhagen tiene un sistema de compra pública realmente ejemplar. Nos es producto de una única decisión. Es la consecuencia de un elaborado proceso de perfeccionamiento que ha ido incorporando poco a poco elementos de criterio para la selección y adquisición de alimentos para las escuelas, hospitales, centros de mayores etc. Ese modelo, que ha interesado a multitud de ciudades protege al pequeño productor, incide en qué época del año se debe hacer determinados abastecimientos, considera aplicaciones provechosas en el desperdicio alimentario e implica agentes sociales y una constante supervisión para posteriores mejoras. Ese es uno de muchos. La ciudad de Túnez ha conseguido la implicación de las familias pescadoras en una parte del abastecimiento de algunos de los hoteles o complejos incluyendo así la producción de familias en la gran rueda de la industria hotelera. Barcelona ha tomado una serie de determinaciones orientadas a la sostenibilidad y especialmente a orientar al visitante en una experiencia inmersiva sobre todo en la gastronomía local. Defendiendo a jóvenes creadores que a su vez se abastecen de familias productoras en a no más de una hora de coche. Otras ciudades están apostando por un sistema de reparto en los barrios a través de flotas de vehículos eléctricos o incluso en bicicleta. El abanico de iniciativas es variado, activo y en permanente revisión. Eso demuestra la determinación con la que han entrado estos temas en los gobiernos locales de todo el mundo.
Algo que me produce especial alegría es comprobar la rapidez con que los responsables locales, los técnicos e incluso los alcaldes y alcaldesas de muy diversos lugares comparten sus experiencias. Muchas veces se intercambian fracasos, proyectos que no habían considerado un elemento fundamental que ha alterado todo el proceso, o estrategias que han resultado eficaces y productivas. Todo lo importante necesita su tiempo, sus procesos. Y en política mucho más. Son cimientos para el bien común en un espacio de acción que, por los motivos que sea, no había visto una verdadera implicación desde muchas municipalidades. Eso está cambiando. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las cada vez más activas redes de ciudades, la fabulosa velocidad a la que hoy se extiende el conocimiento son elementos nuevos que están ayudando a confeccionar un panorama de valores, respeto y esperanza que ya está dando frutos, pero que dentro de unos años será el paradigma adecuado para la calidad de vida de millones de personas que merecen un futuro lleno de honestidad y coherencia.