No se habla nunca de los trenes que llegan puntuales… ni tampoco de las 50.000 embarcaciones comerciales que surcan los océanos cada día. Pero cuando un portacontenedores gigante, de 400 metros de largo, bloquea el Canal de Suez, con la proa encallada en las arenas egipcias, la prensa y las redes sociales se desatan. ¡Se descubre de repente que la mecánica que creíamos bien reglamentada del transporte marítimo global se encuentra en realidad a merced de una borrasca de viento de arena! ¿Se tratará de un nuevo llamado de alerta para los armadores, en su carrera hacia la desmesura?
Las imágenes, que fueron ampliamente compartidas en las redes sociales, son impresionantes. Las dimensiones del Ever Given se pierden habitualmente en las inmensidades marinas o en terminales inaccesibles. Cobran otra dimensión al lado de los aparatos terrestres (que ya son impresionantes de por sí) que se enviaron para sacar de apuros al buque, y, como lo expresaron algunos columnistas precipitados, también al comercio mundial entero. Todo el mundo descubre, a través de este incidente, el gigantismo que ha protagonizado estas últimas décadas la flota de comercio mundial.
También nos damos cuenta del peso considerable que ésta representa en los intercambios internacionales vitales para el funcionamiento de nuestras economías globalizadas: en la desembocadura del Canal de Suez y del mar Rojo, ¡el tráfico marítimo ha aumentado en 300% en el Océano Índico en 20 años! Hacer que se vean y que se comprendan los puertos y el comercio mundial, es también una de las misiones de los “Port Centers”, promovidos por la AIVP. Sus visitantes pudieron acercarse un poco más de estos mastodontes atracados. Sin embargo, son aún muy pocos los que han tenido esta oportunidad.
Hace mucho que las ciudades portuarias se despidieron de las embarcaciones de comercio en sus dársenas históricas, que se han vuelto ridículamente chiquitas desde hace ya más de medio siglo. Los arquitectos, los urbanistas y los actores del turismo reconvirtieron rápidamente estos “Viejos Puertos” en waterfronts a la moda. Los antiguos barrios marítimos de las ciudades portuarias reciben de esta forma nuevas actividades y encuentran un nuevo dinamismo. Tienen un éxito mundial.
Desde hace más de 30 años, la AIVP es testigo de estos cambios profundos en el transporte marítimo y de sus consecuencias en las ciudades y regiones portuarias.
El 11 de septiembre de 2001 llevó a la adopción del código ISPS y al cierre de los puertos al público. Desde entonces, pocos son los que han podido realmente dimensionar la importancia que han adquirido los intercambios marítimos internacionales, y su traducción técnica y logística tanto en tierra firme como en alta mar. A continuación, algunos ejemplos:
- Los 20 000 contenedores transportados por este buque representan, de punta a punta, una fila ininterrumpida (teórica) de 122 kilómetros. Nos damos cuenta de los desafíos de movilidad vial y ferroviaria que deben enfrentar a diario las ciudades y regiones portuarias, debido al pre y post transporte de estas «cajas».
- Los 45 metros de altura de la embarcación representan 16 pisos de una torre de edificio moderno. Cuando hablamos de las grandes embarcaciones de cruceros, se pueden alcanzar los 25 pisos. Cuando están atracados cerca de los centros históricos de las ciudades, como Venecia o Dubrovnik, entendemos mejor lo desafíos de integración espacial de la actividad portuaria a la dinámica urbana.
- Si nos interrogamos acerca del modo de propulsión de estos gigantes, y acerca de la contaminación del aire y las emisiones de GEI inducidas por la combustión del fuelóleo utilizado, la transición energética se hace más concreta. La movilización de las organizaciones internacionales, ya sean gubernamentales o no, es cada vez más necesaria.
Esto nos lleva a interrogarnos acerca de nuestro modelo económico y societal global, que ha llevado a tal gigantismo de las embarcaciones y de las infraestructuras portuarias, muchas veces en desprecio del desarrollo equilibrado de los territorios y de las ciudades portuarias.
Este encaminamiento enviado desde el fin del mundo, de bienes de consumo corrientes y de una multitud de productos manufacturados poco duraderos y necesarios, podría también llevarnos a quedarnos, nosotros también, atascados en un pasaje que se vuelve cada día más estrecho.
Olivier Lemaire – DG AIVP