Artículo de opinión escrito por Francesca Morucci, Head of Public Relations Office, Autoridad del sistema portuario del Mar Tirreno (Italia) y José M. P. Sanchez, Responsable de proyectos internacionales, AIVP,
con las contribuciones de Jamil Ouazzani, Director del marketing y de la inteligencia estratégica, Puerto de Tanger Ciudad (Marruecos), y de Laurence Bouchardie, Jefe del departamento marketing – directora de los cruceros, Puerto de Burdeos Atlantico (Francia).
Burdeos (Francia), Puertos del Mar Tirreno del Norte (Italia) y Tánger (Marruecos): ciudades y puertos de 3 países ante la reanudación de los cruceros
La salud ha sido, indiscutiblemente, el principal tema del año 2020. Además, el terrible accidente ocurrido hace aproximadamente un mes en Beirut volvió a suscitar inquietudes en torno a la compatibilidad entre las actividades del puerto y la urbe, y sobre la salud y la calidad de vida de los ciudadanos que viven en las cercanías de los puertos activos. Este marco general confirma la decisión de la AIVP de incluir un objetivo, el número 9, en la Agenda de la AIVP para 2030, dedicado a la salud y a la calidad de vida de los habitantes de las ciudades portuarias.
Es posible que cuando “éramos felices e ignorantes”, como reza el dicho, hayamos simplificado demasiado las principales inquietudes que se incluyen en el Objetivo 9 de la Agenda. Los objetivos secundarios que consideramos se centran en su mayor parte en las externalidades medioambientales de la actividad portuaria en el entorno urbano. Fuimos enfáticos en poner de relieve asuntos tales como la vigilancia medioambiental y la transparencia, la calidad del agua, las instalaciones ecológicas, el impacto de los cruceros y la necesidad de dar prioridad a los buques no contaminantes y a la navegación lenta. Sin embargo, estos son aspectos cruciales en la relación entre la ciudad y el puerto, y luego de la pandemia necesitarán de un debate más serio a fin de que podamos aprender de los expertos, y entre nosotros, sobre las mejores soluciones para las distintas ciudades portuarias. Es por este motivo que decidimos dedicar el primer mes de nuestro programa del otoño al objetivo 9 de la Agenda de la AIVP para 2030.
Salud y calidad de vida: una prioridad para la AIVP desde 2018
En junio de 2020 llevamos a cabo los conversatorios de la AIVP, una serie de tres seminarios web donde se debatieron asuntos cruciales para los miembros de la AIVP y para los puertos y las ciudades. En una de ellas, que se centró en la presencia de los cruceros en las ciudades portuarias, se reunió la experiencia y conocimientos de actores provenientes de Chile, Francia, Italia, y Marruecos, que participan directamente en el sector. En dicha sesión, los expositores presentaron interesantes iniciativas que pueden servir de inspiración para los actores de ciudades portuarias de otras regiones. Por otro lado, se volvió a tocar el tema de que la presencia de cruceros en las ciudades portuarias se vincula a asuntos medioambientales bastante más complejos, tales como las emisiones de gases de efecto invernadero y fenómenos socioeconómicos como el turismo masivo. Desde junio pasado, durante este poco habitual período veraniego del hemisferio norte, la tradicional temporada alta para el turismo se vio gravemente afectada en muchas regiones, lo que incluyó a los cruceros.
El punto de partida no es si “deseamos o no” que haya cruceros, sino de qué manera estos pueden cambiar a fin de afrontar este reto de colaborar con las ciudades y promover un turismo más respetuoso con la economía, las personas y el medioambiente.
La idea clave que surge es que es necesario hacer que los cruceros sean, en general, más sostenibles tanto en lo económico, como lo social y lo medioambiental. No se trata de una conclusión que sorprenda, en realidad se trató más bien de nuestro punto de partida. Sin embargo, al parecer, el mensaje todavía no ha llegado a muchas de las correspondientes partes interesadas con capacidad de tomar decisiones en esa industria, y se requiere profundizar el debate.
Italia, Marruecos, Francia: a cada país su propia solución- la análisis de la AIVP
En el presente artículo, hablaremos sobre el regreso de los cruceros y sobre la oportunidad que esto representa para replantearse el sector y hacerlo más sostenible. Observaremos la situación en tres contextos: El de Burdeos, el de los puertos de la red del norte del mar Tirreno (Livorno, Piombino y Portoferraio), y el de Tánger. Intentaremos dar respuesta a las preguntas aquí planteadas con ejemplos de estas tres regiones portuarias y los problemas que siguen sin resolverse, solicitando más cooperación y análisis.
La relación cruceros/ciudad/territorio antes de la pandemia
Antes de la pandemia de la COVID-19, el tráfico de cruceros ya se encontraba en el epicentro de un gran número de controversias relacionadas con los desafíos de su desarrollo, especialmente en algunas ciudades portuarias en Europa, donde los actores locales han criticado las repercusiones tanto económicas, medioambientales y sociales.
El «viejo» y el «nuevo» mundo del turismo de masas
Las acomodaciones realizadas para la recepción de cruceros son cada vez más discutidas; las externalidades medioambientales son aún más criticadas, ya que se duda cada vez más acerca de los beneficios económicos recibidos por el territorio; la puesta en marcha de distintos procesos relacionados con la actividad de cruceros es a veces considerada excesiva. Basta con pensar en la seguridad relacionada con la recepción de mega embarcaciones, que requiere una cadena logística compleja, que no siempre se encuentra al alcance de las comunidades locales. Al lado de los representantes del “viejo mundo” del crucero, sobre todo en Europa, para quienes la suma de inconvenientes de la actividad de cruceros que drena cada año a sus muelles y sus ciudades algunos millones de pasajeros de cruceros se vuelve un peso real, están las ciudades portuarias del “nuevo mundo”, especialmente el tropical, en el cual están incluidas un gran número de islas, para quienes el crecimiento de la actividad de cruceros es aún visto como un motor generador de empleos, y los inconvenientes no aparecen aún como mayores ni se traducen por deseconomías de escala.
El desafío del exceso de turismo: los ejemplos de Venecia, Barcelona o Lisboa
Las externalidades medioambientales y sociales, cada vez más evidentes en todo el mundo, al igual que las dudas en cuanto a las ventajas económicas, se encuentran hoy bajo la lupa del público en general, y han sido comentadas en reiteradas ocasiones por parte de distintas organizaciones. Grupos ecologistas tales como la Unión para la Conservación de la Naturaleza y la Biodiversidad (NABU) o Transport and Environment (Transporte y medioambiente), publican periódicamente informes que señalan a esta industria a causa de la contaminación que generan sus enormes buques tanto en tierra como en alta mar. Sin embargo, durante los últimos años también hemos sido testigos de que los principales participantes del sector están implementando nuevas tecnologías para disminuir este impacto, con inversiones en nuevos buques que cumplen con la nueva normativa y que benefician progresivamente del suministro eléctrico desde tierra y a partir de fuentes sostenibles. Es crucial que los esfuerzos por disminuir las externalidades medioambientales se mantengan durante la recuperación pospandemia, pese a la crisis económica que se prevé.
En términos sociales, los cruceros se han convertido en el símbolo del turismo masivo, aun cuando no son la única causa. Si se comparan las cifras de visitantes a las principales ciudades que albergan puertos de cruceros, podemos ver fácilmente que la mayor parte de los turistas ingresan a través de aeropuertos. Sin embargo, la naturaleza extractiva del turismo de cruceros y el tipo de visitas, que se basa en su mayor parte en grandes grupos, centra el impacto en zonas urbanas que ya son frágiles. Los grupos locales se organizan cada vez más para protestar contra la industria del turismo, lo que incluye el turismo de cruceros. En los periódicos pueden verse protestas en algunos destinos históricos para los cruceros, tales como Venecia o Barcelona, o en destinos emergentes como el de Lisboa.
Las fórmulas «Todo incluido», una trampa que favorece a las mega-naves sobredimensionadas ?
En lo económico, también ha aumentado el debate en torno a las ventajas de los cruceros en las ciudades anfitrionas. Si bien en algunos puertos de base las ganancias se asocian al gasto de los turistas en vuelos y hoteles durante las noches anteriores o posteriores a la llegada o la salida de cruceros, esto resulta más dudoso para los puertos de tránsito. Además, con los paquetes “todo incluido”, que son una parte esencial del marketing de los cruceros, las embarcaciones de crucero se convierten en verdaderos destinos por sí mismos. Los principales motores económicos de las embarcaciones son efectivamente su capacidad y los equipos adicionales a bordo, especialmente en el ámbito de las distracciones, que generan nuevos ingresos para los propietarios, y a su vez reducen el dinero disponible para el consumo de los pasajeros en los destinos turísticos. Además, estas grandes embarcaciones, debido a su preocupación por la rentabilidad de la oferta a bordo, pasan poco tiempo en las ciudades portuarias, reduciendo así el potencial de consumo de los pasajeros en la ciudad portuaria. Estas escalas cortas provocan además peaks de tráfico para los vehículos y peatones, mientras que la capacidad de acogida de los lugares y de las atracciones turísticas es, efectivamente, limitada, lo que conlleva la frustración de un número considerable de pasajeros de los cruceros.
Antes de la crisis : ampliación del campo de los cruceros
La situación en la cual se encontraba el sector antes de la COVID era por lo tanto doble. Aunque los casos en los que existe tensión social en torno a los cruceros concitan gran atención por parte de los medios, hay muchas otras ciudades portuarias que compiten para atraer a los pasajeros en tránsito o para convertirse en puerto de base. Esto demuestra que, aunque en algunos casos las externalidades negativas apuntan al rechazo social de los cruceros, en otros casos en las mismas rutas o países siguen deseándose sus resultados positivos y considerándose que vale la pena invertir en infraestructura o en campañas de marketing. Aún más, en las mismas ciudades donde se desencadenan protestas ciudadanas contra la presencia de cruceros, los actores económicos y las instituciones públicas abogan por la presencia de cruceros debido a su impacto económico y la generación de empleo que se les asocia.
Esta dualidad se evidencia también en el enfoque con respecto a las externalidades negativas. Por un lado, en las ciudades portuarias con intensa actividad de cruceros, es necesario que los participantes locales coordinen sus acciones, lo que incluye también a la industria, con el fin de reducir los efectos adversos y recuperar un cierto equilibrio. En algunos casos esto podría implicar la imposición de duras limitaciones a las cifras de pasajeros y cruceros. Por otro lado, es necesario que las ciudades portuarias que son «recién llegadas» al sector de los cruceros aprendan a partir de los casos de ciudades más antiguas y desarrollen planes para darle estructura al potencial de crecimiento y responder a las externalidades negativas. Este proceso se ve agravado por la mano de hierro que aplican las empresas navieras a los puertos: pueden presionar a los puertos para obtener descuentos en las tasas, inversiones y servicios adicionales, amenazándolos con la sanción máxima de no volver a realizar escalas en el puerto. Es una amenaza real que podría traducirse en pérdidas súbitas y masivas de carga para los puertos, dado que las navieras operan en alianzas que comparten buques.
En el Mar Tirreno, ciudadanos muy atentos
Un ejemplo de la situación descrita anteriormente puede ser encontrado en los puertos del Mar Tirreno. En Livorno, donde la actividad de cruceros existe desde los años 2000, los actores locales han comenzado a tener que enfrentar las críticas de la sociedad civil, que nota más las externalidades negativas que los beneficios económicos en la ciudad y el territorio. Al ser la puerta de entrada de las ciudades artísticas de la Toscana, Livorno es visitada por los pasajeros de los cruceros sólo de forma minoritaria, generalmente al regreso de las visitas oficiales organizadas por el operador. Son especialmente las tripulaciones quienes visitan la ciudad y consumen en la escala realizada en el puerto, pero no basta para significar un impacto importante en la economía, a pesar de que presenta varias ventajas. Sin embargo, Piombino es una ciudad que (¿aún?) no conoce este crecimiento del tráfico que los actores locales han empezado a observar con interés. Los cruceros podrían representar, después de la pandemia, una oportunidad mayor para los puertos más pequeños, que, debido a la menor popularidad de su territorio, pueden favorecer más aún un turismo sostenible y por lo tanto pueden convertirse en sinónimos de autenticidad.
Otra polémica relativamente nueva se ha asociado a la construcción de terminales de cruceros. Estas instalaciones son con frecuencia una infraestructura “imprescindible” para negociar con las líneas de cruceros que se convierten en puerto de base, y, por consiguiente, potencian al máximo el impacto positivo. Aun cuando las terminales pueden convertirse en enlace para la interacción entre la ciudad y el puerto, su ubicación puede generar algo de controversia. Por un lado, una terminal de cruceros cerca del centro de la ciudad puede ofrecer ventajas medioambientales, ya que los pasajeros pueden desembarcar cerca de las principales atracciones sin necesitar de otros transportes contaminantes. Por otro lado, la actividad de los cruceros en una ubicación central implica la expulsión de gases contaminantes sobre zonas pobladas, lo que aumenta el problema medioambiental. Además, una ubicación central puede motivar al turismo a visitar zonas populares en lugar de explorar nuevas opciones.
El dilema que muchos gobiernos locales y nacionales enfrentaban antes de la pandemia en relación con el turismo, y en particular con los cruceros, estaba relacionado con un fenómeno mundial y con el enorme aumento del turismo urbano y los viajes internacionales durante los últimos años. En muchos casos, podemos decir que los destinos turísticos más masivos son víctimas de su propio éxito. Durante los años anteriores a la pandemia se tomaron medidas más drásticas en las ciudades portuarias más visitadas. Un ejemplo famoso es el caso de Dubrovnik, donde la autoridad portuaria tomó la decisión de limitar la cantidad de cruceros y pasajeros cuyo ingreso y desembarco se permitía. Otro enfoque tiene que ver con aumentar el llamado «impuesto turístico” para compensar los costos ocultos de la actividad. Este ha sido el camino que están tomando ciudades como Ámsterdam o Venecia. En el caso holandés, los pasajeros de cruceros en tránsito deben pagar desde 2019 una tarifa adicional de 8 euros. Esta medida ya produjo ese mismo año una disminución del 40 % del número de escalas, lo que planteó importantes inquietudes entre los operadores de las terminales de cruceros. La ciudad de Venecia sigue un rumbo similar con un nuevo impuesto a los turistas que pasan un día, cual sea su medio de transporte, que comenzó a aplicarse en julio de 2020. En el caso italiano, el impuesto se adaptará a la cantidad diaria de visitantes con base en estadísticas de años anteriores. De esta manera, los turistas que visitan la ciudad durante un día tranquilo pagarán 3 euros, mientras que en los días críticos esta tarifa podría llegar a los 10 euros. Queda pendiente la pregunta de si en el nuevo contexto pospandemia las autoridades locales seguirán aplicando estas medidas o si las pospondrán para estimular el turismo como un vector de recuperación económica, si bien de manera más sostenible.
Entre la esperanza y la prudencia: la relación ciudad-crucero en Burdeos
En algunos casos, la relación entre las ciudades portuarias y los cruceros era bastante equilibrada, dada la cantidad relativamente baja de cruceros y de pasajeros, o la configuración de las instalaciones portuarias. Tal es por ejemplo el caso de Burdeos (una ciudad de 800.000 habitantes, que recibe normalmente entre 6 y 7 millones de habitantes al año), donde las grandes embarcaciones atracan en Verdon, en la desembocadura del Estuario de Gironda, sin mayores restricciones (puerto “comercial” alejado de los habitantes”. En la terminal del centro de la ciudad, tan sólo pueden atracar 2 embarcaciones más pequeñas, de hasta 260 m de largo y de tonelaje limitado por las restricciones náuticas del río. Cumple por lo tanto el papel de “puerto boutique”, recibiendo a embarcaciones de lujo de entre 80 y 1000 pasajeros, y un máximo de 1500 a 2000 al día, aunque generalmente menos, debido al calendario menos intensos de estos buques que suelen quedarse una o dos noches. En Burdeos, las repercusiones económicas para el territorio son muy importantes, debido a que se trata de pasajeros con un alto poder adquisitivo, y también al hecho de que las escalas son largas y en pleno corazón de la ciudad, cerca de todos los comercios y restaurantes.
Las ventajas de Burdeos -un marco excepcional-, escala en el corazón de la ciudad clasificada por la UNESCO, todas las actividades además de los negocios y restaurantes “al alcance del bolsillo” dan origen, sin embargo, a polémicas y preocupación por parte de algunos habitantes u opositores, que se quejan de la cercanía de las embarcaciones y de una supuesta contaminación. Un estudio llevado a cabo en 2018 durante más de dos meses en temporada alta por parte del organismo encargado de la calidad del aire en Burdeos (ATMO) demostró que, incluso con actividad duplicada, las emisiones de elementos contaminantes seguían muy por debajo de los límites autorizados, y que su impacto en la contaminación de la ciudad es “marginal”. Infelizmente, estos argumentos concretos y fácticos no fueron suficientes para calmar las críticas más enfáticas, lo que pone en evidencia que se trata de un desafío de los años que vienen y muestra la necesidad de una mejor comunicación, que incluya también las redes sociales, donde estos grupos son muy activos. El tema de las emisiones de los buques fluviales fue resuelto con la electrificación de los puestos de atraque, pero para las embarcaciones marítimas, es más complicado técnicamente, puesto que requieren potencias bastante superiores a las de sus iguales fluviales. El puerto y sus socios (metrópolis y pilotos), sensibles a la aceptabilidad de la actividad de los cruceros y deseosos de tomar en cuenta las preocupaciones de los habitantes ribereños, elaboraron una Carta de Buenas Prácticas Medioambientales, con el fin de minimizar los impactos de las escalas en el centro de la ciudad. La firma de esta carta por parte de las compañías es obligatoria para acceder a los atracaderos.
Renovar el waterfront para estimular los cruceros – el caso de Tánger
Otra perspectiva del mismo problema proviene de los proyectos de regeneración del waterfront que consideraban la industria de cruceros un pilar fundamental, tal como es el caso del Puerto de Tánger. El proyecto de Tánger, que fue lanzado en 2010, tiene como objetivo situar a esta ciudad marroquí como referencia turística en los mercados internacionales, logrando mantener un equilibrio medioambiental y cultural. El desarrollo de las actividades de cruceros, de ferry y de puertos deportivos, está relacionado con otros sectores comerciales. Esta operación fue desarrollada basada en el diálogo entre los distintos actores del rubro turístico, especialmente el de los cruceros. Los buenos resultados que se han obtenido hasta el momento en el marco del diálogo Ciudad Puerto, y de la regeneración del waterfront, podrían verse afectados por la paralización de los cruceros y del turismo en general.
Ya podemos afirmar hoy en día que las consecuencias del Coronavirus para el sector de los cruceros han sido dramáticas, y que la lenta reanudación en algunos países europeos (Alemania, Noruega, Italia, etc.) se ve amenazada no sólo por el riesgo de una segunda ola, y sí por, una vez más, la mala imagen que acecha a los cruceros desde hace cierto tiempo. Pese a que el cambio climático y el turismo masivo son problemas globales cuyo alcance excede con mucho a las ciudades portuarias, los cruceros se han convertido en un símbolo para la sociedad. La presión ciudadana está afectando la gobernanza del puerto y de la ciudad, especialmente en aquellos casos europeos en los que el equilibrio es más precario. Después de la COVID, los cruceros han entrado a una nueva fase en la que, a su pesar y no obstante las disputas que ya despertaban, habrá que ver la pandemia como una oportunidad para acelerar el objetivo de organizar mejor el tráfico y sus repercusiones en las ciudades portuarias.
La paralización y el regreso de los cruceros
Desde el comienzo de la pandemia, los cruceros han estado en el foco debido a razones negativas. En diferentes regiones del mundo se identificó a los buques de crucero como el origen de los brotes, lo que produjo situaciones difíciles en las que las autoridades locales o la población se negaron al desembarco. La industria, forzada por las distintas autoridades locales, reaccionó a la difícil situación con la cancelación de los cruceros previstos para los próximos meses.
Recesión brutal y crisis mundial
Se esperaba que en 2020 la industria de los cruceros llegara a los 32 millones de pasajeros en todo el mundo. Luego se presentó la COVID-19 y se detuvieron las operaciones en el mundo entero, lo que provocó importantes problemas para todas las partes involucradas. Es evidente que la forzosa paralización de estas actividades está generando un impacto considerable, especialmente en las ciudades portuarias y en las industrias asociadas. Entre las empresas de cruceros, Carnival Corporation anunció la revisión de sus programas de ventas de sus buques y la venta futura de 15 buques de crucero. Incluso las empresas de menor envergadura han resentido el desastre provocado por la pandemia. De hecho, la operadora turística alemana FTI Group anunció el cierre de su filial de cruceros (FTI Cruises) como parte de una reestructuración del grupo. En un estudio más reciente realizado por la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), la organización de presión indicó que por cada día de suspensión de las actividades de cruceros en los Estados Unidos se pierden 110 millones de dólares estadounidenses y 800 empleos directos e indirectos. En aquellos países en que para muchas familias la industria del turismo es la principal fuente de ingresos, se trata de cifras relevantes que pueden concluir en un dramático escenario social.
Cancelaciones y restricciones: última escala para los cruceros del 2020
En la mayoría de los casos el calendario de reactivación de los cruceros se ha ido postergando constantemente a medida que la situación avanza. La prohibición impuesta a los cruceros en países como los Estados Unidos o Canadá hasta fines del verano fue seguida de la reacción de la organización de presión de la industria, CLIA, que anunciaba la cancelación de todas las operaciones hasta fines de octubre, época en que, de hecho, finaliza la temporada en muchos de sus principales mercados. Esto ocurrió luego de que el Centro para el control y la prevención de enfermedades de los Estados Unidos (CDC) ampliara su orden de «no navegar» . En el intertanto, el CDC solicitó la contribución del público antes del 21 de septiembre con el fin de establecer la futura orientación que se dará a la salud pública y a las medidas preventivas en relación con los buques de crucero.
En Europa, durante el verano, varios participantes públicos y privados prepararon y publicaron pautas para ayudar en la reanudación de la actividad de los cruceros . Si bien todos concuerdan en el hecho de que el reinicio debe ser gradual, es necesario que todos los operadores garanticen que los viajes de crucero no arriesguen la salud de sus pasajeros y personal. El 27 de julio pasado, la Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA) y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) publicaron los «Lineamientos sobre una gradual reanudación de operaciones para los buques de crucero en la Unión Europea en relación con la pandemia de COVID-19». Se supone que esto es lo más oficial para las embarcaciones que navegan con pabellón de la Unión Europea y para los países del Espacio Económico Europeo en viajes internacionales y para aquellas en tránsito en sus puertos, con independencia del pabellón. Su objetivo es facilitar un reinicio seguro de las operaciones de los buques de crucero en la Unión Europea mediante la recomendación de medidas básicas que deben implementar todos los implicados, al tiempo que se mantienen las normas generales sobre protección y seguridad.
Una apuesta arriesgada en el Mediterráneo: reiniciar el tráfico de cruceros
En la práctica, en las regiones en las que se propagó la COVID-19 a principios de año, como el Mediterráneo, en algunos países se tomó la decisión de darle la oportunidad a la reanudación del tráfico. Grecia volvió a abrir a los cruceros seis de sus puertos: El Pireo, Rodas, Heraclión, Volos, Corfú y Katákolo, además de permitir que los buques de crucero visiten cualquiera de los puertos luego de completar los procesos de autorización en el primer puerto donde atraquen en ese país. El 31 de julio pasado en Italia, luego de que el gobierno publicara un decreto específico, con nuevas reglas relacionadas con la propagación de la COVID-19 que abarcaba también a los cruceros, el Comité Técnico Científico nacional que asesora al Gobierno italiano en la lucha contra la COVID-19 redactó, con fecha 5 de agosto, un documento que se basa en el protocolo de seguridad definido por el Ministerio de salud italiano junto con el Ministerio de transporte e infraestructura con el objetivo de garantizar un reinicio seguro de las operaciones de los cruceros. La publicación de este documento permitió que el gobierno italiano publicara el 7 de agosto pasado un nuevo decreto específico mediante el cual, entre otros asuntos, se da luz verde oficial al reinicio de los cruceros. El primero en reiniciar, el 16 de agosto pasado, fue el MSC Grandiosa que estaba amarrado en el puerto de Génova, ofreciendo sus servicios únicamente a pasajeros provenientes del espacio de Schengen en un itinerario que abarcó a Civitavecchia, Nápoles, Palermo y La Valletta, lugares donde las autoridades habían aprobado el protocolo sobre salud y seguridad con el fin de dar apoyo al reinicio de las operaciones, volviendo a abrir el puerto a la actividad de cruceros . Costa anunció su primer itinerario posconfinamiento a partir del 6 de septiembre.
En otros países, la mayoría de las empresas de cruceros han postergado sus actividades hasta septiembre, e incluso para más tarde, y en muchos casos han cancelado la temporada. Si bien hay algunas empresas, como Tui Cruises que reiniciaron sus operaciones, lo están haciendo con itinerarios y cupos limitados, una excepción a la regla. En otras regiones tales como Sudamérica la situación sigue siendo incierta debido a las complejidades en la coordinación de las prohibiciones impuestas a los viajes, las cuarentenas forzadas para los visitantes extranjeros y las nuevas normas sobre seguridad. Por ejemplo, en Chile, la industria ya considera perdida la temporada de cruceros de 2020. En esta situación es posible que los sectores subordinados, tales como los cruceros fluviales, lleven cierta ventaja. En los ríos europeos tales como el Danubio, el Rin y el Main, los buques de pasajeros han estado operando desde junio, aunque en menor cantidad y frecuencia. Otro ejemplo son los cruceros de CroisiEurope, que comenzaron a navegar por el río Sena, en Francia, desde mediados de julio.
La situación en los puertos de los 3 países estudiados
Italia – Puertos del Mar Tirreno (Livorno, Piombino y Portoferraio)
En cuanto al tráfico de cruceros, los puertos del Mar Tirreno no recibieron escalas durante la pandemia y la reanudación a partir de mediados de agosto por parte de MSC, y en septiembre por parte de Costa, no incluye ninguna escala en estos tres puertos. Las reservas de otras compañías para el otoño se mantienen en este exacto minuto: para Livorno, por ejemplo, 21 escalas hasta diciembre, para los otros puertos alrededor de treinta en total. Sin embargo, varias señales dejan a pensar que seguramente el tráfico de cruceros de los puertos del sistema del Mar Tirreno, al igual que el de los otros puertos analizados en este artículo, no será restaurado antes de 2021. En una previsión más optimista, se prevé la reanudación para el otoño, mientras que en una más pesimista, a inicios de 2021. En ambos casos, la pérdida económica de esta situación alcanza tres niveles de gastos: los de los pasajeros, los de las tripulaciones, y los de los servicios, tanto técnicos como náuticos y aquellos correspondientes a los pasajeros.
Entre enero y marzo de 2020 Livorno sólo había tenido 9 escalas, con 18.459 pasajeros, mientras que no se registró ninguna escala en Piombino y Portoferraio. En comparación con las cifras de 2019 , es fácil notar la enorme pérdida que han vivido los puertos del sistema, al igual que todos los puertos de cruceros.
Cierto impacto visual, a la vez negativo y positivo, fue representado por las dos embarcaciones recibidas en lay-up (escala técnica): el Costa Diadema, en el puerto de Piombino desde el 29 de marzo hasta el 4 de junio, con 1.255 pasajeros, todos tripulantes, entre los cuales algunos contagiados por el virus, y el Seven Sea Voyager en el puerto de Livorno desde fines de mayo, con 108 pasajeros a bordo COVID free, como se define técnicamente a los pasajeros no contagiados. Negativo en su referencia inmediata a la situación de este periodo de la pandemia. Positivo, ya que para Piombino, por ejemplo, al igual que para otras ciudades portuarias que presentan un tráfico de cruceros mínimo, y por lo tanto no conocen totalmente sus ventajas ni sus eventuales desventajas.
Francia – Burdeos
Ninguna escala en Francia hasta mediados de julio en 2020, con el impacto que podemos imaginar en el conjunto de los puertos y destinos implicados. El puerto de Burdeos debía recibir en el conjunto de estos lugares, y especialmente en el centro de la ciudad de Burdeos, una temporada récord, entre abril y octubre de 2020, con 65 buques para cerca de 50.000 pasajeros para los cruceros marítimos. En Burdeos, acogemos a pasajeros de más de 80 nacionalidades, pero 40% de los pasajeros son americanos, 25% ingleses y 20% alemanes.
La evolución de la pandemia, especialmente en los Estados Unidos, y la reciente cuarentena impuesta por el Reino Unido, no permiten proyectar que podría salvarse el fin de temporada. Uno de los pocos comentarios positivos vino de la compañía Ponant, que pudo implementar un programa de cruceros de verano en Francia, con salida desde algunos puertos franceses (entre los cuales se encuentra Burdeos) con un protocolo muy estricto y un número de pasajeros muy limitado. Aunque la nueva reglamentación autoriza a 250 pasajeros, Ponant no embarca a más de 80 cada sábado, para un recorrido a lo largo del litoral.
El impacto de la Covid-19 también alcanza los cruceros fluviales. Habitualmente, las 5 compañías que proponen cruceros en el estuario de la Garona/Dordoña/Gironda, reciben a 28.000 pasajeros al año, especialmente a americanos, británicos y australianos. Dadas las restricciones de viajes, estas actividades también se vieron muy afectadas. Una de estas compañías, Croisieurope, puso a disposición su buque Cyrano de Bergerac para recibir al personal de la salud durante el confinamiento. Más tarde, a mediados de agosto, este buque retomó sus actividades en Burdeos, pero todas las otras embarcaciones permanecieron detenidas.
Marruecos – Tánger
En el caso de este país del Norte de África, la Dirección General de la Marina Mercante decidió suspender temporalmente, a partir del 12 de marzo, el acceso a los puertos marroquíes a todas las embarcaciones deportivas, de cruceros y de pasajeros. Evidentemente, el impacto económico fue importante. El precio a pagar por una restricción eficaz de la propagación del virus en Marruecos. Detención total del sector turístico. Las primeras cifras de la Oficina Marroquí de Turismo hablaban de un rubro casi absolutamente detenido, con cifras que se encontraban a la altura de esta crisis sin precedentes, con un número de reservas que al 1ero de abril había bajado en -98% con relación a la misma fecha del año anterior.
Una situación dramática, cuyo impacto se hizo sentir de forma inmediata en términos de volumen de negocios en la ciudad de Tánger, y en particular en el Puerto de Tánger, uno de los principales actores turísticos de la región. El año 2020 habría sido, por distintos motivos, un muy buen año para los cruceros, con una tendencia positiva al crecimiento, especialmente con relación al inicio de nuevos programas y el aumento de 31,3% del número de pasajeros de cruceros en comparación al año anterior.
Respuestas y medidas para el regreso de los cruceros en las ciudades portuarias
Hoy en día el principal sentimiento compartido en todo el mundo es el de incertidumbre. Debido a que las empresas de cruceros han debido postergar constantemente su fecha de regreso a la actividad, y a que muchas consideran perdidas sus temporadas de verano, se ha vuelto más clara la necesidad de reaccionar y reactivar la economía.
Reacciones locales a un problema global: ejemplos del Tirreno y de Canarias
También han reaccionado los gobiernos locales y regionales de las zonas turísticas. Bajo la amenaza de un desempleo masivo en el sector, los gobiernos de las zonas turísticas, como el de las Islas Canarias en España, proponen nuevas medidas. Junto con las autoridades portuarias locales de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife establecieron una comisión técnica para la creación de un corredor marítimo seguro y para reiniciar los cruceros. Esta comisión estará a cargo de coordinar un protocolo sanitario que incluirá medidas tales como un seguro de salud obligatorio para las líneas de cruceros destinado a cubrir todos los posibles gastos médicos de sus pasajeros relacionados con la COVID-19, la reducción de su capacidad (no más allá del 60 a 70 %), el aumento a bordo de personal de salud, y un protocolo de seguimiento y desinfección de los buques al término de cada viaje. El problema principal sigue siendo la coordinación a mayor escala de las distintas iniciativas. Si la meta es la reactivación del sector, incluidos sus itinerarios tradicionales, será necesario armonizar las distintas medidas que se han impuesto a niveles locales o regionales. De no ser así, seguirá existiendo incertidumbre y aumentando la falta de seguridad en las empresas, viajeros y ciudadanos locales.
Los puertos del sistema portuario del Mar Tirreno no sólo han estudiado medidas para prevenir y reaccionar ante la pandemia de la COVID, pero también, durante el verano, se han entrenado gracias a la reactivación del tráfico ferries y están listos hoy en día para reanudar los cruceros . Estas medidas se concentraron tanto en los trabajadores como en los usuarios de los puertos, teniendo en mente que la terminal de pasajeros de Livorno es gestionada por una sociedad privada, Porto di Livorno 2000, mientras que, en otros puertos del sistema, el tráfico de pasajeros es directamente administrado por la Autoridad Portuaria. Las medidas y los documentos relativos son por lo tanto distintos, incluso si han sido emitidos con el consenso de todos los actores institucionales del sector, en particular aquellos implicados en los temas de seguridad (safety et security).
La seguridad sanitaria es lo primero y lo más importante -también para las tripulaciones
En lo relativo a los usuarios de los puertos, las medidas y los documentos fueron implementados en primer lugar en los puertos de Piombino y Portoferraio, debido a la continuación del tráfico de pasajeros durante la pandemia. También en Livorno, la organización de la reanudación del tráfico de pasajeros ferries para Cerdeña y Córcega (respectivamente a inicios y mediados de junio) conllevó la producción de documentos. Después del Decreto del Presidente del Consejo de Ministros del 17 de mayo (DPCM 17 maggio 2020), a inicios de junio un Plan de prevención y de proyección (PPP) con directrices para el tráfico de pasajeros entre Piombino, Portoferraio, Rio Marina y Cavo fue presentado por la Autoridad del Sistema Portuario . Un poco después, en Livorno, después de una “conferencia de servicios” el 17 de junio entre la Región Toscana, la Municipalidad de Livorno, la Capitanía del puerto, la Oficina de la Salud Marítima y la sociedad Porto di Livorno 2000, también se definió un protocolo de prevención para la zona portuaria . En base a este documento, la Autoridad de Sistema Portuario emitió un documento enfocado en Livorno, incluyendo las directrices de las medidas generales. La sociedad Porto di Livorno 2000 produjo, a su vez, un protocolo específico relativo a los pasajeros de ferries . Con relación a los pasajeros de cruceros, las directrices específicas serán elaboradas con las otras terminales y actores italianos del sector.
Está claro que los puertos desean reanudar los cruceros, que componen una actividad que involucra a tantos socios, y por supuesto, esto sólo será posible respetando de forma estricta las medidas y protocolos sanitarios nacionales e internacionales. En el caso de Burdeos, las nuevas instalaciones de la Región de Médoc ya se encuentran preparadas para las nuevas reglas post-Covid. Aunque el calendario de cruceros para 2021 no ha sido modificado aún, todo dependerá de la situación a fines de 2020 e inicios de 2021, y de la capacidad financiera de las empresas del rubro. Hasta el momento, los expertos proyectan que las actividades “normales” se reanudarán en 2023, pero existe una esperanza de que los destinos considerados “seguros” con protocolos sanitarios serios, puedan ganarse la confianza de las compañías y de los pasajeros, y puedan recuperarse más pronto.
Objetivo: ¡continuación del trabajo!
Es evidente que la situación es dramática, y no sólo en Europa. En Marruecos, por ejemplo, las medidas estrictas de distancia social, al igual que en todos los otros países, perjudicaron gravemente la vida cotidiana, y en particular las actividades turísticas. La disminución de estas medidas estrictas se determina con base a la evaluación de la situación en las comunas y provincias, con comisiones que incluyen al Ministerio de la Salud, los gobernadores y los Walis. En el caso concreto del Puerto de Tánger, durante la detención temporal de todas sus actividades portuarias, la organización trabajó en tres niveles. Para la gestión, dispuso una célula de crisis con el fin de minimizar el impacto de la crisis, estableciendo un contacto directo con las autoridades competentes para reanudar las actividades en cuanto sea posible. La empresa también elaboró un plan de continuidad de las actividades (PCA) que incluye todas las medidas necesarias para combatir una eventual propagación del virus, y para analizar los riesgos relacionados con la recepción de los pasajeros. En términos de infraestructuras, todos los proyectos de la zona portuaria fueron respetados: adecuación de las plazas públicas, ampliación de la avenida que lleva al Puerto, conclusión de las obras de la 2da dársena. En materia de comunicación, el Puerto de Tánger ha estado en contacto con todos los actores involucrados en el rubro, incluyendo a los puertos y las compañías de cruceros.
Oportunidades para repensar la relación crucero – ciudad – ciudadano
Los gobiernos de todo el mundo se apresuran a lanzar paquetes de reactivación económica al costo de aumentar su endeudamiento nacional. La inversión pública, en especial la destinada a infraestructura, se ha señalado como uno de los vectores clave para el relanzamiento de la economía, la reducción del impacto de la crisis y la implementación de los objetivos de sostenibilidad del acuerdo ecológico. Esta inversión pública podría acelerar la transformación de las instalaciones portuarias, lo que reduciría el impacto de la actividad de los cruceros sobre el medioambiente. El desarrollo de un más sostenible suministro eléctrico desde tierra para los buques era algo que ya estaba en marcha en muchos de los principales puertos, y es una transformación cuya intensidad es necesario redoblar, forzando la adaptación de la industria.
Repensar las escalas del crucero: ¡el tamaño importa!
Otro desafío clave es la escala de los buques de crucero y la cantidad de visitantes. La imposición de límites se ha considerado casi una idea prohibida dentro de este sector, aun cuando, antes de la COVID-19, ya se implementaban en ciudades portuarias como Dubrovnik. Llegó el momento de considerar la habilitación de nuevos sistemas que mejoren la gestión de las escalas de los cruceros, en particular en las ciudades portuarias cuyo equilibrio social y medioambiental es frágil. El reinicio del sector ofrece la oportunidad de llevar a cabo este debate y considerar cuáles son los límites para nuestras ciudades. Como hemos visto, el tamaño de los buques, basado en economías de escala, impone desafíos para muchas ciudades portuarias. Incluso antes de la pandemia existían iniciativas coordinadas para presionar a la industria desde el sector de los puertos. La autoridad portuaria de Venecia lanzó en 2019 la «Llamada a la acción de 2030 para cruceros» en cooperación con ocho puertos de cruceros europeos, destinada a elaborar estrategias comunes para lograr la sostenibilidad en estos. Los debates siguieron en 2020, centrándose en asuntos tales como el de combustibles más limpios y suministro eléctrico desde tierra, si bien abordaron también el asunto del tamaño de los buques, llegando incluso a proponer para estos un tamaño de “clase Europax”, más compatible con los puertos marítimos europeos.
El turismo de mañana será equilibrado – o no será
Esta también es una oportunidad para replantearse el tipo y la intensidad de turismo que sería razonable para las ciudades portuarias y los territorios litorales. Uno de los principales problemas que había antes de la pandemia era la concentración de visitantes en puertos específicos y en zonas de las ciudades portuarias. Como ya expresamos, existe un contraste notable entre el exceso de turismo en algunos destinos, en tanto que en otros se compite por atraer a las líneas de cruceros. La necesidad de establecer protocolos sanitarios comunes, que sean coherentes con los diferentes destinos de un itinerario, es también una base para mejorar la coordinación entre los puertos para presionar por una distribución equilibrada de los puertos de tránsito y los pasajeros.
Los casos extremos en los cuales hay decenas de miles de pasajeros que llegan al mismo tiempo han contribuido a la imagen negativa del sector que también está presente en otros casos en los que la contribución al turismo masivo no es tan importante. Sin embargo, permanece la imagen de un turismo excesivo, y algunos de los efectos positivos no son comunicados de forma clara. El desafío principal consiste en este caso en mejorar la comunicación y la coordinación de todos los actores. Las ciudades portuarias, las autoridades portuarias y las empresas deben colaborar de forma más estrecha con relación a estos temas. La importancia de la comunicación entre los actores del sector y las autoridades, y también con relación a los usuarios y los ciudadanos, ha sido uno de los aspectos clave durante la fase crítica de la crisis, y es aún más imperativa cuando se trata de reanudar el tráfico. La comunicación será crucial para la reanudación, con la necesidad de nuevas campañas para tranquilizar a los mercados, las ciudades y los ciudadanos. Las organizaciones internacionales tendrán un papel esencial en la recuperación de la confianza entre todos los actores del ecosistema del sector de los cruceros.
Un waterfront ecológico en las ciudades turísticas
Para las operaciones de waterfront urbano, como el puerto de Tánger, el objetivo será combinar los ejes de desarrollo sostenible establecidos en el plan medioambiental inicial, y la actividad de los cruceros. Incluyendo, por ejemplo, las medidas que también han sido encontradas en otros puertos, como la reutilización de los materiales de demolición, la reutilización de la arena de dragados y la vigilancia de la calidad del agua y de los sedimentos. En lo relativo a las actividades de crucero, el objetivo es seguir con la programación de las escalas, tal como fue hecho hasta el momento, con buques de pequeñas y medianas dimensiones, de forma que se genere de manera óptima el flujo de los pasajeros de cruceros en las excursiones. El plan también prevé inversiones en la movilidad sostenible para los pasajeros de cruceros, como la implementación de un teleférico. Facilitará el acceso entre el Puerto y las marinas, el centro de la ciudad y la Medina (casco antiguo), un medio de transporte ecológico para todos los pasajeros de cruceros para observar la bahía de Tánger, y para acceder de forma lúdica a todos los puntos de interés turístico de la ciudad.
Conclusión
Esta pandemia evidenció debilidades, de forma reiterada y en distintos niveles, sobre todo en los tomadores de decisiones, tanto de nivel local, como nacional o internacional. Su gestión ha conllevado atrasos en los procesos de tomas de decisiones, permitiendo de esta forma una propagación rápida del virus en primavera. Hubo una confusión creciente y una divulgación de informaciones contradictorias. Esto llevo a más incertidumbre y desconfianza por parte de la población. Con relación al tráfico de cruceros, la imagen de embarcaciones viajando desde un país hacia otro en búsqueda de refugio, le agregó un toque macabro al simbolismo del turismo de masa, que acecha a los cruceros desde hace ya cierto tiempo. Todo esto, con una campaña mediática de nivel internacional en todo tipo de canales de comunicación (prensa online y offline, televisión, radio, seminarios, …) que no hizo sino reforzar una situación de incertidumbre.
Incertidumbre global: ¿no hay más amor por el crucero?
Actualmente, la incertidumbre persiste: a pesar de que hay diversas investigaciones científicas en curso, no sabemos cuánto tiempo seguirá activo el virus en nuestras vidas. Por lo tanto, los tests y las condiciones particulares podrían seguir en el corto y medio plazo, y deberemos adaptarnos, tanto en nuestras vidas personales como profesionales. Sin duda alguna, la restricción de los viajes y la apertura de las fronteras siempre dependen de los gobiernos nacionales, y hemos presenciado este verano el fenómeno del turismo de proximidad, en una dimensión nacional y a veces regional.
Por consiguiente, en este contexto complejo, será difícil para la industria de los cruceros establecer planes en el largo plazo, puesto que la mayoría de sus actores necesitará entre dos y tres años para poder recobrar su impulso . Sin embargo, si queremos sacar una lección valiosa de la pandemia, debemos verla como una oportunidad para acelerar el objetivo de organizar mejor el tema del turismo de cruceros, y como una oportunidad de repensar la relación cruceros-ciudad-ciudadano. Antes de la Covid-19, había frecuentemente una especie de aceptación del hecho de que era imposible “invertir el vapor” para impulsar los cambios necesarios y reorientar el sector hacia un nuevo modelo. Esta oportunidad se nos da actualmente, ya que el sector fue obligado a detenerse, y se prepara para volver a arrancar durante los meses que vienen. Es por lo tanto imperativo intentar encontrar nuevas formas de recibir cruceros en las ciudades portuarias, de una manera más sostenible, basándose en lo que hemos aprendido durante este periodo, pero también en lo que ya sabíamos antes, pero que no tomábamos totalmente en cuenta para no “desacelerar el motor”.
El regreso de los cruceros anteriores puede no realizarse
Efectivamente, vimos al inicio de este artículo que existía la necesidad, antes de la crisis de la COVID-19, de una renovación del rubro de los cruceros. Hoy en día, si bien los desafíos enfrentados por los cruceros y las ciudades portuarias y las soluciones innovadoras para asegurar la cohabitación de las actividades deben priorizar el cómo evitar que el virus se propague a bordo, también es verdad que debemos volver rápidamente, una vez que hayan sido esclarecidos los efectos de la crisis, al tema de los cruceros sostenibles. Por ejemplo, un cierto regreso del waterfront, con usos mixtos en las terminales de pasajeros, en los que las actividades comerciales (negocios, cafés, restaurantes, etc.) podrían en parte focalizarse también en los habitantes, es lo que empieza a ser preconizado como posible medida para enfrentar los desafíos sociales impuestos por la crisis en el sector de los cruceros.
Más allá que la pandemia: que la industria de los cruceros colabore con los territorios
En este sentido, si bien la primera etapa en este momento exigente consiste en reforzar la cooperación en lo relativo a las medidas sanitarias y la gestión de la COVID-19 para lograr crear estándares internacionales (mismas medidas en todos los países), para permitirles a las navieras y a las ciudades portuarias la reanudación de sus actividades de manera más efectiva es necesario ver más allá de la pandemia. La comunicación, que ha sido a veces deficitaria en los últimos meses, será esencial para la colaboración entre los actores, y también como herramienta de acercamiento con relación a los que tienen intereses, para el regreso de los clientes, pero también para el consentimiento de los ciudadanos. Tal como lo mencionábamos en la introducción, la pregunta no es si “queremos los cruceros o no”: debemos hacer que los cruceros colaboren con el territorio, para promover un turismo más respetuoso del medioambiente, de la ciudad y de las personas.